Estimados Hermanos y Hermanas:
Reciban un saludo de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús (MSC). Nuestra Congregación religiosa nació en Francia en 1854 y está presente en El Salvador desde el año 1989. Nuestra misión principal es dar a conocer en todas partes, el Amor de Dios revelado en el Corazón de Cristo. Desde el inicio nos ubicamos en San Luis Mariona, en la jurisdicción del municipio de Cuscatancingo.
Después de ver los males del tiempo que aquejaban a la sociedad salvadoreña y de acuerdo a nuestro ideal misionero, fundamos la Casa de Recuperación para alcohólicos y drogadictos LA ESPERANZA. Esta responsabilidad recayó en la persona del Hno. Paulino Fernández (fundador), de nacionalidad española quien mostró desde el primer momento su preocupación por la población consumidora de bebidas alcohólicas en los diferentes estratos sociales del país. A medida que íbamos avanzando en el tema de las adicciones, fuimos abriendo nuestro servicio para los consumidores de otras drogas.
A lo largo de estos años hemos profundizado en el tema de las adicciones y hemos desarrollado un tratamiento propio para la rehabilitación de las personas que se han ido acercando a nosotros en busca de ayuda.
Hemos sostenido siempre que la recuperación para nosotros ha de ser con dignidad y de manera integral. Es decir, hemos considerado y tratado a las personas que nos han buscado con el mayor respeto posible y hemos valorado su dignidad humana. Nosotros hemos sido para ellos, hermanos y compañeros en el difícil trayecto hacia una vida nueva. Hemos trabajado con cada interno, las diferentes áreas del ser humano: la biológica, la psicológica, la social, la ética y la espiritual.
Desde luego, no ha sido fácil nuestro trabajo. Pero hemos procurado servir con alegría, con entrega, capacitándonos, aplicando diferentes técnicas y recursos, aprendiendo de la experiencia y pidiendo la luz al Espíritu Santo quien hace nuevas las cosas y las personas.
Y seguiremos apostando por la población que sufre adicciones. Creemos que las personas pueden salir adelante, que el ser humano tiene recursos vitales que debe desarrollar y que recibiendo la orientación necesaria para enfrentar las adicciones, puede luchar y alcanzar sus metas.
Seguimos dispuestos a abrir nuestro corazón y las puertas de nuestra Casa. Es posible construir otro mundo, nuevas familias y seres humanos que vuelquen toda su energía para que los seres que les rodean y la humanidad entera, seamos felices y alcancemos nuestros sueños.
¡Sí a la vida, no a las drogas! Saludos fraternos,
Padre Marvin Antonio Sotelo López, msc
